Siempre realiza la actividad más difícil en la mañana cuando tu energía y concentración se encuentran en su mejor nivel.
Cuanto más las dejes para después, más se te dificultará llevarlas a cabo. Define tus prioridades y trabaja de lo más a lo menos importante.
No estamos diseñados para “estacionarnos” en un escritorio por ocho horas seguidas y hacer todo el trabajo.
Cortos e ininterrumpidos momentos de concentración son la clave para hacer un buen trabajo. Te sorprenderá notar lo que puedes lograr en una hora sin interrupciones
Una vez que hayas priorizado tu lista de pendientes, debes ponerla antes que las listas de los demás.
Cuando eres capaz de terminar tu trabajo, estás en una mejor posición para ayudar a otros en sus proyectos. Recuerda que tu trabajo debe ir antes; siempre.
Cuando le pidas algo a alguien, no sólo se lo pidas, sino también especifica cuándo esperas recibirlo. Las cosas tienden a suceder más rápido cuando hay una fecha límite. Luego, escríbela en tu calendario.
Cuando tienes una lista interminable de emails, es crucial que tengas un buen sistema para leerlos. Léelos una sola vez y decide qué hacer con esa información, y luego, hazlo.
Organiza tu semana en días específicos para realizar ciertas tareas. Saber cómo luce tu semana desde antes te facilita mentalizarte para cuando llegue el momento.
No intentes adivinar lo que alguien quiso decir en un mail confuso; sólo ve y pregúntale. Esto te ahorra tiempo, energía y errores. La comunicación clara es clave.
Aprende a delegar más tareas. Cuando realmente lo hagas, te darás cuenta de cómo tu rol y tu trabajo pasarán al siguiente nivel.
Conoce qué actividades haces bien por ti mismo, y delégales a los demás aquellas en las que sientas que no eres muy bueno.
Si no puedes entender a dónde se fue tu semana, es momento de que le eches un vistazo. Registra lo que haces cada hora durante una semana: desde que te levantas hasta que te duermes.
Fuente: soyentrepreneur.com
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