Cuántas veces no nos ha ocurrido que no tenemos ganas de hacer las tareas que nos corresponden tanto en la casa, en el trabajo o con nuestra pareja y amigos; nos da flojera y buscamos cualquier pretexto para no realizar estas actividades, postergándolas.
Te invitamos a contestar sinceramente a las siguientes preguntas para que sepas si padeces o no de procrastinación:
¿Tengo obligaciones que no estoy cumpliendo?
¿Dejo de lado prioridades porque atenderlas es incómodo? ¿Me digo a mi mismo (a) que después es el mejor momento para empezar algo?
¿Empiezo cosas y no las termino?
¿Soy impuntual?
¿Me las arreglo para extender los tiempos de entrega de mi trabajo?
¿Pospongo las decisiones difíciles?
¿Busco excusas para explicar mis retrasos?
¿El pesimismo es causa de mis retrasos?
¿Mis dudas y miedos me impiden actuar?
Si contestaste a la mayoría que sí, padeces de procrastinación, el cual es un hábito neurótico que nos lleva a posponer lo importante, por miedo a fracasar o por una falsa idea de que dándonos un respiro, un descanso, recuperaremos fuerzas y motivación para continuar con lo que dejamos pendiente.
El momento de retomar y concluir, para los procrastinadores nunca llega. Todos los somos en cierto grado. Es casi impensable una vida de puro cumplimiento puntual de las prioridades. Quizá lo más realista sería identificar sólo unos cuantos asuntos relevantes que no deberían ser pospuestos, aunque la mayoría de las veces ni siquiera tenemos claras nuestras prioridades reales.
Existen varias estrategias que podemos utilizar para romper este hábito que nos vuelve improductivos y angustiados como:
- Realizar una tarjeta con todas nuestras actividad y llevarla consigo a todas partes para que nos recuerde lo que tenemos que hacer o lo que tendríamos que estar haciendo en caso de que nos hayamos desviado del camino.
- Automonitoreo al final del día para evaluar el cumplimiento de las actividades y planear las del día siguiente: hacer la lista y ordenar la casa todas las noches. Estas actividades dan una sensación de limpieza y orden tanto en el espacio como en la mente.
- La parte más complicada es darnos cuenta de nuestra tendencia a desviarnos de las actividades importantes distrayéndonos en otras que son intrascendentes como: ver televisión, revisar páginas de Internet, leer revistas, hablar por teléfono, interactuar o de plano husmear las vidas ajenas en las redes sociales. Nadie negará que todas ellas lo son pero a la vez son también muy atractivas. Es muy útil tener horarios fijos para hacer nuestras actividades. Sin plan ni estructura, la conciencia de en qué momentos y con qué cosas procrastinamos difícilmente llegará.
- Consistencia es la cualidad más importante para combatir el mal hábito de posponer lo importante. En estados emocionales de inestabilidad, es mucho más complicado apegarse a las rutinas, a las cosas que tenemos que hacer tengamos ganas o no, estemos motivados o no. Pelearnos todos los días con lo que nuestra vida exige es una actitud agotadora.
Todo eso que dejamos para después se va acumulando en nuestro interior como basura, como agobios, preocupaciones, pendientes, lastres, que no nos dejan avanzar. Si uno sabe que le está dando la vuelta a terminar la tesis, a arreglar el coche que lleva 6 meses fallando, a ir a ver al doctor que me pidió realizarme unos estudios que nunca me hice, a concretar ese proyecto que simboliza una parte importante de mis sueños profesionales, a abrir ese fondo de retiro cueste lo que cueste, seguramente no podremos dormir o dormiremos mal y tal vez tendremos migrañas, gastritis, colitis o síndrome ansioso-depresivo. Hay muchas otras causas para estos padecimientos, pero el no enfrentamiento y solución de los pendientes vitales es sin duda una de ellas.
Podemos fortalecer nuestros buenos hábitos, ponièndonos un tiempo determinado para cumplir nuestras metas, llevar un diario sobre el cumplimiento y ver al final del periodo qué cosas aprendimos, qué capacidades desarrollamos, de qué nos sirve intentar ser mejores para enfrentar los retos de nuestra vida.
Proponernos meditar durante un mes 15 ó 20 minutos diarios o arreglar en un mes los desperfectos más importantes de nuestra casa que odiamos todos los días que los vemos.
Iniciar un entrenamiento para mejorar nuestra condición física o atender todas las citas pendientes con doctores, dentista, abogado, contador, clientes potenciales, amigos que hace siglos no vemos, durante un mes; todo esto nos ayuda a ir eliminando poco a poco este mal hábito y a cumplir con nuestros objetivos ya sea de manera personal como profesional.
Rosalía Montes / Relaciones Públicas y Comunicación Meta7
http://www.meta7.com.mx/
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